viernes, 29 de julio de 2011

Capítulo 8: Preparados para el show II

El bullicio había ido creciendo durante la última hora de forma exponencial. Lenka no podía evitar mirar hacia todos lados. Allá donde posaba su cibeóptico veía personas estrafalarias luciendo atuendos e implantes que la hacían caer en una sana envidia. Había llegado demasiado temprano al Laser del Infierno y había tenido la oportunidad de estudiar aquel lugar detenidamente. Era mucho más grande que el antro donde habían estado la noche anterior Tuerca y ella. Era un local de techos altos y luz mortecina, con dos pantallas gigantescas en las dos paredes laterales del escenario, que se alzaba del suelo más de un metro y medio.  Recordó la noche con una mezcla de sabores: dulce por lo bien que se lo había pasado y todo lo que había descubierto y amargo por los acontecimientos que habían seguido a aquella fiesta. Había perdido a Tuerca en aquella basta ciudad después de un tiroteo, y las posibilidades de encontrarlo eran ahora ínfimas. Evitaba pensar en lo mal que se lo iba a tomar Steel y el resto del clan.

Un tipo enorme, con los ojos rojos y el torso cubierto de correas pasó junto a ella mirándola con atención. La mecánica desvió la vista y se concentró en dar un trago a lo que el camarero había llamado  “licor del infierno”. Se apoyó en la barra con cuidado de que su larga chaqueta cubriera el rifle que escondía. Se las había apañado para colar el arma, no había tenido más que estar un largo rato hablando con el portero y prometerle que cuando acabara el concierto se iría con él por ahí. Lenka no tenía pensado hacer tal cosa, al menos en un primer momento, pero necesitaba su arma consigo. A la mente le llegaron las confusas imágenes de la noche anterior en las que un cantante yacía con la cabeza abierta en mitad del escenario. Con cosas como aquella era normal que tomasen medidas pero viendo el escaso interés que ponía el portero a su tarea se alegró  de haber tomado también la medida de tener cerca su rifle de asalto.

Continuó durante un rato apoyada en la barra y procurando pasar desapercibida hasta que un grupo llamó su atención. Al menos eran doce y todos exhibían unos pañuelos de color rojo colgados sobre su cuello o en el pantalón. Sus botas pesadas y sus chalecos de kevlar eran todos iguales. Incluso las pocas chicas que vio vestían igual que los chicos. Todas menos una. Una joven japonesa de cara seria repleta de piercings y una larga gabardina de cuero negro.

***

-Dígame señor… -la joven periodista, de pelo corto y oscuro,  pasaba su placa de datos de una mano a otra con cierto nerviosismo, como si aun no supiese como comenzar la entrevista. -Discórdia Sintética, algunos ya se atreven a afirmar que Psychodelia Discordia se convertirá muy pronto en el nuevo fenómeno del panorama musical de GoreCity. ¿Piensa que tienen razón o que tal vez estén exagerando?

-¿Exagerando? Debe estar tomándome el pelo. Psychodelia Discordia ha conseguido más que cualquier otro grupo en mucho menos tiempo. Dentro de poco se nos conocerá en cada distrito de esta ciudad. -se apresuró a decir con autosuficiencia el cantante, mirando fijamente a la joven que lo entrevistaba a través de los ahora oscuros cristales de sus gafas adheridas al rostro.

-Parece muy seguro de sus capacidades… Hasta hace relativamente poco el grupo se encontraba en una situación algo complicada; no encontraban un sello discográfico que los patrocinara y sus conciertos no eran muy multitudinarios. ¿Cuándo dio el gran paso?

-Pues… la discográfica Degeneration Planet apostó por nosotros hará cinco meses y desde entonces tanto el número de conciertos como de seguidores ha ido en aumento. Esto es una puta bomba.

-Hablemos un poco de usted. ¿Cómo empezó?

-Pues desde abajo, como hay que empezar y no como esos co-me-mier-das a los que enchufan un par de chips de composición y sus discográficas se dedican a venderlos como perras.

-¿Es cierto de que ninguno de los componentes de Psychodelia Discordia usa ningún chip de composición o de manejo de instrumento adosado a su N.C.M?

-Claro que no, yo ni siquiera tengo modulo central neuronal- dijo ofendido el músico mientras alzaba una mano como si pidiera permiso para hablar  –Yo me crié en el barrio Gamma del distrito seis, ¿sabes lo que eso significa guapa? Significa que solo tu talento natural puede hacerte ascender, pues cualquier otra cosa vale más de lo que puedas pagar.

-El barrio Gamma es también conocido con el nombre del barrio de los asesinos. ¿Qué tiene que decir al respecto?

-Bueno… el talento natural del asesinato es quizá el talento más rentable  de esta condenada ciudad -dijo con una ligera sonrisa en los labios. Le encantaba cuando preguntaban por su pasado pues le daba la oportunidad de sacar a relucir su lado más mordaz y critico.
***
En la puerta trasera por la que deberían haber pasado sin problemas se habían encontrado con una veintena de fans que los guardaespaldas habían tenido de apartar a empujones. Y aunque más de uno había acabado en el suelo sus gritos, aclamándolos, aun resonaban tras las paredes de aquel extraño lugar. Johnny se encontraba allí hablando con un tipo alto y rubio casi tan bien vestido como el propio manager. Al verlos, se acercó dando por terminada la conversación.

-Pero si ya está aquí Psychodelia Discordia al completo. -dijo alzando la voz mientras agudizaba esa sonrisa perfecta que siempre lo acompañaba antes de un concierto. –Bien chicos, faltan un par de horas, allí tenéis algo de beber y ese polvo azulado de la mesa ya podéis imaginaros lo que es- dijo en voz algo más baja mientras señalaba un enorme frigorífico transparente que descansaba junto a unos sofás algo viejos, que chocaban con la tecnología que los envolvía.

El techo se encontraba más arriba de lo normal, como si aquella habitación antaño hubiese sido un almacén. De él colgaban a distintas alturas una docena de lámparas de diversas formas y tamaños. A pesar de los numerosos neones, lo que más luz otorgaba al backestage del Laser del Infierno eran las pantallas diseminadas por todo el lugar. En uno de los monitores podía ver al característico Axel Alltaf,  de la setenta y tres, ofreciendo las noticias locales con su peculiar cinismo y falta de sentimientos. Sus reportajes sobre las guerras de bandas de los barrios más conflictivos así como su despreocupada moral a la hora de mostrar las imágenes más violentas lo habían posicionado a él y a su cadena en una de las más vistas de toda la ciudad. En el resto de las gigantescas pantallas; algunas de ellas llegaban a ocupar gran parte de la pared;  emitían anuncios de diversa índole: de comida, de bioimplantes de última generación, de sistemas de defensa para el hogar, incluso se ofertaban escuadrones de mercenarios especializados en seguridad corporativa. En la única pantalla libre de anuncios y explosiones se podía ver una imagen del local en la que se distinguía con toda claridad el amplio escenario y la pista que comenzaba a llenarse.
***
-Ahora sea sincero ¿de qué tratan sus canciones?

-¿Mis canciones? Si le digo la verdad hay ocasiones en las que ni yo mismo lo sé. Nos encontramos en un mundo extraño, inmersos en una era extraña, donde todo pasa tan rápido y donde todos son tan hostiles… que en ocasiones pienso que las palabras pierden su significado de un día para otro…- dejó que su ensayado y profundo discurso calase en la periodista mientras se preparaba para el colofón final  –Por otro lado, me miro y digo: “eh, tú sabes lo que está mal ahí fuera, dedícate a contar lo que sabes”. Esta sociedad está perdida, podrida incluso. Tan solo ofrezco un poco de luz zigzagueante sobre unos cuerpos aplastados por las ironías de este presente. Mis canciones les ofrecen una porción de ira, de sentimientos malentendidos… sentimientos que necesitamos ahora más que nunca  pues el futuro no existe para ninguno de nosotros.

Se recostó en el sillón y dejó que su cuerpo se amoldase al sintético tejido mientras la chica hacía sus anotaciones en su placa de datos. Una sonrisa cruzaba la cara del músico, convencido de que acababa de darle a esa entrevista el confuso mensaje que mañana comentarían fascinados cientos de fans admirando su retorica. Una sonrisa que se borró en cuanto escuchó la siguiente pregunta.
***
Johnny lo condujo a un lugar más apartado, a una pequeña habitación con las paredes cubiertas de pinturas brillantes y psicodélicas que vibraban como si intentaran marear a quien las mirase durante largo rato. Aparte de un par de sillones más sofisticados que los de la espaciosa sala contigua y un terminal con varios conectores, la habitación carecía de muebles.

-¡Bravo Johnny!- celebró antes de girarse para mirarlo -Tengo que reconocer que  a pesar de ser un antro, has sabido devolverle a este lugar un poco de glamur.

-Bueno, ya me conoces…  -contestó el manager antes de que ambos terminaran riendo suavemente.

-Bien, pues tú dirás -dijo al fin el cantante sabedor de que su manager tenía que decirle algo.

-Verás tengo tres cosas que tienes que saber antes de que empiece el concierto. La primera es que he traído a unas chicas para que os animen un poco... ya me entiendes, en estos precisos instantes ya deben de estar aquí.

Discordia miró a través de la puerta que permanecía entreabierta y pudo observar como Repulsión Plástica empinaba una lata de trans junto con una monada rubia que reía junto a él. A su lado unos cuantos hombres transportaban las partes de la batería procurando no molestar. Discordia Sintética se alegró más que nunca de que Pink, su chica, no estuviese allí.

-La otra… -continuó el agente mientras el cantante movía la cabeza de un lado para otro como si todo aquello no pudiese ser de otro modo. –verás, hay una corporación, la Fundación SPER, que ha derribado dos bloques de viviendas a las afueras de este distrito. Sería muy conveniente para el grupo que dijeses algo al respecto.


El cantante volvió a la conversación y asintió mientras se frotaba la barbilla.

-Un movimiento de solidaridad con todos esos desgraciados a los que les han dejado en la calle…

-Sí, suponiendo que eran bloques modelo colmena B-7 de unas cuatro mil viviendas cada uno es muy probable que entre el público haya más de un afectado. El distrito diez es un pozo de miserias y desgracias, por lo que el apoyarles y denunciar sus abusos siempre genera beneficios.

-Vamos Johnny, sabes de sobra que me encantan los beneficios pero no quiero hacer el gilipollas pareciendo tan superficial.- protestó el otro dejando ver los agujeros de la propuesta.

-No es superficial. La causa es justa además de que el derribo de esos bloques no era legal…

-¿Desde cuándo le importa a alguien en esta puta ciudad lo que es legal y lo que no?- preguntó Discordia con aire de consternación más para sí mismo que para su manager.

-Esa es una buena actitud, Psychodelia Discordia siempre se ha caracterizado por decir aquello que la gente necesita oír, por eso sois vosotros los que tocáis aquí. Por eso esta noche toda esa gente gritará tu nombre hasta que sus gargantas se quiebren. -Johnny alzó un puño y lo apretó con fuerza como si pudiese aplastar sus últimas palabras. Su tono de voz, por lo común poco entusiasta dejó entrever energía y confianza.

-Lo cierto es que visto así, tengo que darte la razón, lo que le han hecho a esa gente no está nada bien. Además… será conveniente para el grupo -expresó con cierto desdén como si esa nueva ocurrencia fuera fruto de un sentimiento pragmático natural en él.

-¡Ja! Joder, claro que sí. Mira… lo único que tienes que hacer es entenderlos, tu consigue que esa gente transforme su impotencia en rabia, su miedo en odio y mañana tendremos mil seguidores más. Ese es tu trabajo, el mío es conseguir que todo esto siga moviéndose al ritmo que necesitamos; yo consigo las putas y las drogas y tú los aplausos.

-Tienes una forma de verlo verdaderamente retorcida maldito demonio. –dijo el músico con una mirada cómplice que provocó en su interlocutor una carcajada.

Johnny era como un cerdo enamorado del dinero, manipulador y avaricioso, pero el cantante tenía que reconocer que hacía muy bien su trabajo, lo cual, le beneficiaba. A fin y al cabo necesitaba estar en la cima para poder transmitir su mensaje, su música, su rabia y su venganza hacia aquel mundo.
***
-¿Qué ha dicho? -Discordia Sintética procuró que no se notase que aquella pregunta lo había pillado por sorpresa.

-Ss... Si. Le preguntaba que si tiene pensado responder o hacer algún tipo de comentario respecto a las declaraciones que la señorita Anastasia Dómine, más conocida como “le cri belle” o la musa del alarido, hizo sobre usted el pasado sábado en el festival de “Biosock-GoreCity fest”.

-Por favor señorita… -dijo el cantante despreocupadamente, procurando no alterarse y con intención de ganar tiempo mientras pensaba qué decir.

-April, señor -respondió la otra con rapidez y precisión.

-Señorita April… -se corrigió el rockero mientras pasaba un brazo por el respaldo del sillón mostrando tranquilidad.- creía que el canal trece era un canal serio y no uno de esos que hacen caso de los chismorreos y rumores.

-Pero la señorita Anastasia dijo textualmente que se había muerto el músico equivocado en Psychodelia Discordia. ¿Tienen algo que ver estas duras palabras con el supuesto romance y su correspondiente ruptura problemática entre ustedes hace años?

Discordia Sintética no cabía en sí de rabia. Habían llegado a sus oídos aquellas palabras que con tanto veneno había escupido aquella bella víbora. Antes de que el odio y el desprecio se apoderaran de su mente se apresuró a contestar con la mayor diligencia de la que fue capaz.

-Esas declaraciones estuvieron fuera de lugar pero no son más que simples palabras. -dijo en tono amable intentado restarle importancia al asunto -Si, Anastasia y yo somos viejos amigos pero nuestros caminos se separaron hace tiempo - ¿viejos amigos? Se preguntó a sí mismo mientras mentía. Maldijo su surte y el día en que había conocido a la que fue su novia hacía ya dos años.- Esta algo trastornada… olvídalo.

-Dicen que muchas de sus canciones están dedicadas a ella.

Discordia no podía creer que aquella entrevista se le estuviese escapando de las manos con tanta rapidez. La señorita April estaba resultando ser un verdadero incordio, junto en un momento en el que tendría que estar emborrachándose con el resto del grupo.
***
-Bueno pues si ya has terminado creo que iré a ver si me hago con un par de trans antes de que Repulsión Plastica se las acabe… -le dijo al manager mientras salía por la puerta.

-Lo cierto es que si hay una cosa más que necesito que hagas- dijo con su habitual y tranquila voz haciendo que el cantante suspirara y se diera la vuelta con gesto de cansancio. –El canal trece quiere hacerte una entrevista, la reportera está esperando.

Discordia volvió a mirar a través de la puerta y se fijó en una joven que se encontraba al otro lado de la habitación procurando pasar desapercibida.

-Pues no está nada mal. -mencionó algo más animado. Se quitó  el chaleco y lo dejó sobre uno de los sofás a la vez que tomaba asiento en el otro. –Cuanto antes empecemos antes terminaremos.

-Muy bien, le diré que pase. Yo ahora me tengo que ir pero dejaré a Jacob con vosotros por si lo necesitáis.

 El músico recordó a Jacob tras unos segundos. Era uno de los guardaespaldas de confianza de Johnny. Vestía tan bien como el manager y pero al contrario que éste. Las palabras no eran su fuerte, sino la fuerza bruta y la defensa.
***
-¡Salimos en cinco minutos! -gritó Meggor desde el otro lado de la puerta.

-Bueno señorita April, lamento que la entrevista acabe así pero el deber es el deber…- escupió el cantante a tiempo que se levantaba agradeciendo la peculiar casualidad que le impediría continuar esa amarga entrevista. –La invito a que se quede y se tome algo y… disfrute del concierto.

-¡Suerte!- logró decir la periodista imitando el tono de voz de una necia.

Al quedarse sola en el pequeño cuarto reservado ojeó su placa de datos con aburrimiento. Al cabo de unos segundos se dispuso ha hacer una llamada. Su trabajo acababa de empezar.
***
Ya se oían los gritos y conforme avanzaban por el corto y oscuro pasillo los miembros del grupo podían distinguir con más claridad las luces del escenario. La avalancha de alaridos de los cientos de fans se había activado de pronto ante la inminente salida al escenario de sus recientes idolos. Todos estaban allí deseosos de esos riffs y esas letras que les había tocado por dentro y amenazaba con apresarles en una vorágine de pesado cibermetal procrónico.

Todos menos unos pocos, más atentos en sus gatillos que en el show.