domingo, 10 de octubre de 2010

Capítulo 5: Ambiente confuso

-¿Pero cómo que se ha ido hace un rato?- preguntó frustrado. Los oscuros cristales de las gafas que llevaba adheridas al rostro impedían apreciar su mirada de consternación y aburrimiento.

-¡Pues eso joder! hará como una hora que cogió y se fue con los mierdas de sus amigos…

-…Vale, vale Sucio.- se pasó la lengua por los labios pensando en que hacer a continuación.- si vuelve dile…- tras estudiar atentamente al personaje que tenía delante desvió la mirada y decidió mandar toda aquella historia a la mierda.- dile que me he ido y que tengo cosas que hacer.

Tanto Discordia Sintética como Repulsión Plástica se dieron media vuelta y salieron de aquel antro inmundo. Cuando salían a la polvorienta calle “El Sucio”, dueño del local, carraspeó su garganta y les dijo –Esta noche tocan aquí los Desecho industrial, si queréis pasaros…

Terminó la frase en solitario, puesto que los dos roqueros ya habían pasado por la cortina holográfica que comunicaba el local con un pequeño y sucio recibidor plagado de carteles luminosos donde por las noches se colocaban los porteros.

***

Corrían a gran velocidad empujando a la gente que deambulaba por la ancha acera. Las caras llenas de ojeras de aquella muchedumbre y sus miradas perdidas contrarrestaban con todo lo que los envolvía.

-Steel nos va a matar.- balbuceó Tuerca mientras recobraba el aire con las manos apoyadas en las rodillas y el cuerpo doblado por la mitad.

Lenka giraba de un lado a otro maravillada con la encrucijada de calles en la que se encontraban. Letreros y pantallas enormes lucían sus luminosos mensajes ante el oscuro atardecer que ofrecía la polución. Gigantescas moles de hormigón, metal y cristal se alzaban rodeándolos. –Bien merece la pena amigo mío- fue cuanto pudo decir la joven pelirroja mientras observaba cada rincón de la avenida del Dr. Geschöpf Philip, bautizada con el nombre del creador de las aplicaciones bimetálicas en los ciberimplantes de vertebra.

Los coches parecían no moverse, víctimas de un prolongado atasco que se perdía en la distancia, mientras que en las aceras la situación no era mucho mejor. Los dos forasteros se percataron por primera vez de lo densamente poblada que estaba aquella ciudad. Conforme habían ido aproximándose a aquella céntrica zona había empeorado. Habían dejado atrás un pequeño barrio de trabajadores y obreros, donde las aceras no estaban tan atestadas de gente. Allí, Steel  les había mandado esperar a que volviese con la munición y las piezas que necesitaban y allí le habían dado esquinazo.

En el cielo, entre las altas torres, se dejaba ver un zepelín, surcando el aire lentamente. No pudo resistir la tentación de usar el zoom de sus ciberópticos y observar aquella gigantesca maquina dejando a su paso un pasillo entre la capa de nubes toxicas. Un grito la sacó de su ensimismamiento. Otra acera tan ancha como aquella en la que se encontraban pasaba a tres metros de altura sobre el primer piso de los rascacielos y podía observarse una corriente de personas que iban de un lado a otro. Allí se encontraba un tipo embutido en cuero, con una larga barba y unas escasas rastas de colores vivos; gritaba y se movía sin parar. ¡El día del juicio final se acerca!, repetía una y otra vez mientras ondeaba una pequeña pancarta de neones que sujetaba con ambas manos,  y donde rezaba la frase: “El mañana no existe.” Los transeúntes lo ignoraban y Lenka no tardó en hacer lo mismo, distraída por unos puestos de comida que se encontraban a unos metros de ellos. Servían una especie de emparedados de forma rectangular y de un color marrón brillante. Junto a los puestos avanzaba media docena de jóvenes uniformados. Sus botas altas y sus ropas negras, con rayas naranjas y verdes les delataba como una banda. Por sus rostros surcaban cadenas que envolvían los toscos ciberimplantes sensitivos que lucían en la cara.

El día tocaba a su fin pero la vida metropolitana no cesaría. La masa se disponía a afrontar la noche de la mejor manera que pudiera. Alguien la empujó y al volverse pudo ver un par de ejecutivos corporativos flanqueados por media docena de tipos altos y musculosos, con ciberópticos y caras serias.

Una gigantesca pantalla que abarcaba seis pisos cesó en su infinita emisión de anuncios de cibertecnología y comenzó a retrasmitir imágenes de lo que parecía un partido de un deporte que la mecánica no reconoció en un primer momento.

Aquella era sin duda, la ciudad más sorprendente en la que había estado Lenka en toda su vida. Recordó con dolor los años pasados en los puertos del sur con aquella banda de piratas y no pudo más que admitir que su vida había mejorado.

No habían tenido ningún problema en las circunvalaciones y autovías de acceso a GoreCity. Estando acostumbrados como estaban a pagar a bandas o tener que defenderse de mafias violentas con motos con conexiones inteligentes había sido toda una sorpresa llegar sin ninguna incidencia hasta allí. Lenka empezaba a pensar que la reputación de GoreCity estaba más que sobrevalorada. Se encontraba más lejos del peligro que nunca y estaba convencida de que era su turno de disfrutar.

Continuaron deambulando de un lado a otro, admirando las infinitas posibilidades de la oscura y degradada GoreCity. Se detuvieron de pronto al escuchar una sirena y ver pasar, en una calle secundaria, un coche de policía a gran velocidad.

-¿Haces algo esta noche?

Al notar una mano en su hombro el instinto de Lenka se antepuso a su cordialidad y se volvió de golpe apartando de un manotazo el brazo de aquella persona.

-¡Tranquila, tranquila!- Decía mientras levantaba sus manos y sonreía amigablemente. Era joven, de no más de dieciocho años. Una cresta verde surcaba su cráneo rasurado. En el lado de la cabeza se le podía ver una entrada para conectarse vía interface. Unos negros pircings le cubrían la cara y un tatuaje vibraba en su cuello al hablar.

-¿Se puede saber qué te pasa?- preguntó la chica mientras miraba divertida a Tuerca, el cual había echado mano a el arma que ocultaba bajo la chaqueta. –Joder niño, tienes suerte de seguir vivo.

El aludido no pareció ofenderse. Se limitó a bajar las manos y recoger unos papeles que había tirado al suelo ante la reacción de aquellos peculiares personajes.

-Tranquilos, solo quería invitaros a una fiesta.- Dijo mientras les ofrecía unos panfletos
-¿A una fiesta?- dijo Lenka intentando parecer interesada.

-¡En Degeneración Robótica, el mejor garito de toda esta puta ciudad! Esta noche tocan los Desecho industrial y créeme si te digo, que es el mejor rock procrónico y cromático de este milenio.

Lenka permaneció unos segundos pensativa estudiando el panfleto.- ¿Tu irás?- dejó escapar una sonrisa mientras el joven asentía con entusiasmo.- Entonces puede que nos acerquemos. ¿Porqué no le explicas a mi amigo como llegar hasta alli?

 ***

-No deberías jugar así con la gente, el pobre se cree que hoy mojará.- El tono del mecánico parecía emular algún discurso moralista pero no lo conseguía del todo.

Caminaban por las calles con cierto recelo, intentando llegar al Degeneración Robótica sin perderse.

-Es guapo- dijo la chica distraídamente

-Lenka por favor…- le replicó Tuerca. Lo que provocó la risa de su compañera.

-Ya deberías saber que mostrarse dócil e interesada hace que los demás terminen haciendo lo que tú quieres.- su sonrisa no desapareció de su cara durante un buen rato.

-Ni que lo digas niña. ¿Qué iba a estar haciendo yo aquí sino?

 ***

Los gritos encolerizados del cantante cruzaban el local cabalgando sobre unos riffs repetitivos y rápidos. La gente próxima al escenario se empujaba y saltaba. Movían sus cabezas como poseídos por aquel espíritu destructivo que promulgaba la letra de aquella canción. En las esquinas de aquel abarrotado lugar descansaban unas jaulas donde bailaban unas chicas completamente desnudas, recubiertas por una pintura fluorescente de diversos colores. Las luces parpadeaban sin parar lo que le permitía a Lenka ver intermitentemente a aquella juventud vestida con cuero, ropas sintéticas y estrafalarias perderse en los vicios de la noche. Llevaban más de tres horas allí y no recordaba cuantas cervezas trans se había bebido. Tuerca había desaparecido y la joven tan solo se dedicaba a balancearse al ritmo de la música. Se dirigió hacia los aseos donde le pareció ver una cara conocida, al llegar vio al chico de la cresta de aquella tarde.

-¡Al final has venido!- dijo sorprendido.

-¿Tienes sintecoca?- balbuceó Lenka, que no podía hacer otra cosa que pensar en su siguiente paso hacia la autodestrucción. Era su forma de demostrarse que era libre.

-Eso depende- dijo el chico mostrando los dientes. Lenka le preguntó lo evidente y el joven, nervioso, se apresuró a contestar.- de lo que tengas tú para mí.

Lenka aspiraba aquel polvo azulado mientras unas manos iban acariciando su cuerpo, colándose bajo su falda vaquera. Mientras saboreaba la sensación que la sustancia le regalaba, un fuerte ruido como el de un rayo sonó en la lejanía. Todo era una bola gigante de sonido y luces y deseó que no acabara pero unos gritos incesantes le hicieron ver que algo no funcionaba. Se ajustó la gabardina junto con el resto de su ropa y sin pararse a preocuparse por nadie salió de allí. La gente gritaba, lo que la confundió. La empujaban pero ella seguía avanzando. Se deslizó entre la gente, a la que oía como si se encontrasen al final de un túnel. En el escenario descansaba un cuerpo ensangrentado al que le faltaba parte de la cabeza. Intentó recordar si era el cantante pero pronto dejó de interesarle. Echó mano a su espalda y notó el seguro tacto de su rifle, lo que la tranquilizó. ¿Dónde se había metido ese maldito niñato y su droga? Tenía que volver a los aseos. Cuando se disponía a volver se dio cuenta de que lo que tenía que hacer era buscar a Tuerca. Se acercó a la salida, donde todo parecía más tranquilo. Los que estaban en aquella zona parecían haber aceptado ya aquella muerte y habían vuelto a su deseado consumo sin mucha más dilación. Permaneció allí unos segundos. A veces se le acercaban y le decían algo pero le importaba una mierda aquella gente.

De pronto apareció Tuerca entre la muchedumbre y al verla tiró de su brazo apremiándola para que corriese hacia la salida.

-¿Pero qué coño te pasa?- dijo la joven mientras su amigo desenfundaba su subfusil y apuntaba hacia su cara.

Antes de que la chica pudiese replicarle, su amigo disparó. Un tipo enorme, con una escopeta en la mano, se movió espasmódicamente a su espalda. Sus rodillas no cedieron precipitando su cuerpo hacia el suelo hasta que Tuerca no paró de llenarle el cuerpo de agujeros sangrantes. Sin entender nada Lenka no pudo más que correr junto a su amigo en medio de una marea de personas asustadas, indignadas, aburridas. Antes de abandonar el Degeneración Robótica pudo oír el sonido metálico que hizo el ciberbrazo del matón al caer al suelo.

Tuerca tiraba de ella mientras se abría paso a empujones, arma en ristre. Cuando alcanzaron la calle comenzaron a correr alocadamente. La mecánica miraba de vez en cuando hacia atrás pero no parecía que nadie los siguiese.

-¿Qué cojones has hecho? Le preguntó a su compañero aprovechando un respiro que le dio la sintecoca a su conciencia.

-¡Corre!

Lenka no pudo averiguar si su amigo estaba sangrando, pero no parecía herido ya que tiraba de ella como un maldito condenado. Se perdieron en callejuelas secundarias y pronto se vieron envueltos entre unas altas paredes de cemento donde solo se vislumbraba alguna que otra puerta que jamás se abría. Viejos contenedores de basura adornaban el sucio y oscuro callejón donde el ruido de la noche metropolitana se encontraba amortiguado.

-¡Mierda, mierda! – repetía una y otra vez Tuerca mientras recargaba la ingram y miraba hacia los lados. Tras asegurarse e que estaban solos abrió uno de los contenedores y se metió dentro. Lenka lo imitó mientras reía entre dientes de lo ridículo de la situación.

-Será mejor que nos escondamos aquí hasta que todo se tranquilice.

-No tengo ni idea de que ha pasado, pero no esperes conquistarme con esta mierda de cita.- le replicó la chica mientras dejaba a un lado el rifle y se acomodaba. Le pareció ver como reía su amigo antes de quedarse dormida.


3 comentarios:

  1. Muy buena la historia y engancha bastante.
    Tanto, que me paso todo los días por el blog para ver si actualizas jajajajaja

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  2. Muchas gracias por el apoyo. Dentro de poco estará el Capitulo 6.
    Un saludo!

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  3. Si engancha la verdad… Y tiene una escritura sumamente fluida, se leen los capítulos de manera rápida, casi sin enterarte.

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